jueves, 8 de septiembre de 2011

“El culto a la Virgen morena”, Cecilia Peñalva.


Según la autora,  este texto es un trabajo en el que intenta una aproximación al fenómeno religioso a través de una revalorización de los símbolos como una dimensión esencial del hombre y de la vida social.
El símbolo religioso es un momento de la identidad inconclusa, susceptible de resignificarse.
La fe que uno deposita en el símbolo al cual se le agradece, se le pide trabajo, etc., es en parte, la confianza que uno se tiene a sí mismo, aunque probablemente se sienta incapaz de hallar en sí mismo las fuerzas para seguir. Por eso, la autora considera que la marcha sagrada hacia el símbolo, la peregrinación, es caminar hacia el reencuentro con uno mismo.
La religiosidad forma parte de las raíces, por ello, cuando uno recurre a algún símbolo religioso es porque lo ha aprehendido de su propia cultura y se construyen identidades.
Cecilia Peñalva se focaliza en comprender de qué manera influyen estos símbolos populares en la construcción de identidades.
Actualmente, las manifestaciones religiosas constituyen un fenómeno social, y es difícil que alguna otra la supere en convocatoria.
 
Historia…
La historia de la Virgen Morena se desarrolla a principios del siglo XVII, cuando el noroeste estaba convertido en un campo de batalla entre sus habitantes originarios y los conquistadores. La ciudad de Catamarca no existía aún, pero sí la población colonial del valle, conocida hoy como “Valle Viejo”.
El descubrimiento realizado por los españoles se dio en el 1618-1620,  fecha a partir de la cual comenzaron a narrar la historia del la virgen.
Luego de que los españoles lograran asentarse en esta región en el 1591, hacia el 1600, con un increíble crecimiento demográfico el obispo de Tucumán dispuso la creación del curato del Valle de Catamarca.
Cuando se produjo el descubrimiento, Manuel de Salazar era el administrador del Valle. Según la tradición, fue un indio, servidor de Salazar, quien le anunció a su amo que en una gruta cercana a su pueblo, los indios veneraban una estatuilla de la Virgen. Seguido a esto, Salazar retiró la imagen de la gruta y se la llevó a su casa.
El administrador representaba a todo el poderío español, por ello, desde ese momento la virgen dejó de ser india para convertirse en “PATRONA DE LAS ARMAS ESPAÑOLAS”.
Al ser descubierta, la Virgen Morena ya constituía un símbolo para los indios, pero como a los españoles les resultaba conocida se la apropian. De esta manera, la virgen, como símbolo, representa el problema de una identidad contradictoria. Se presenta una paradoja: es india por un lado y tributaria de la religión del conquistador por el otro.
Su identidad es como la nuestra: múltiple. Lleva la impronta de la ambigüedad desde su comienzo.
Pese a que los indios la descubrieron antes, fueron los colonizadores quienes se encargaron de su divulgación. A partir de entonces, el símbolo se identificó con el cristianismo de la conquista y la intervención de la virgen en las diferentes guerras se inclinaría a favor de los hispanos.

La virgen Morena comenzó a perder lentamente sus huellas indias, salvo su color de rostro, que aún hoy la delata y da cuenta de sus verdaderas raíces.
Este rasgo externo, tan oculto y explícito a la vez, nos puede servir para guiarnos en aquellas cuestiones de nuestra compleja identidad que aún nos desbordan.
El origen de esta imagen se encuentra teñido de misterios. La tradición católica le adjudica un origen divino, externo y misterioso, y su presencia en la gruta como una explicación de tipo milagrosa-religiosa en relación a un ángel.
Como esta hay una gran variedad de versiones, pero más allá de las diferencias, su origen se ha mantenido en silencio. El mismo que envuelve la historia sistemáticamente encubierta de los indios.

Como siempre EL SILENCIO, gran protagonista



SITIO WEB DE LA VIRGEN DEL VALLE

1 comentario: