jueves, 25 de agosto de 2011

Antígona, el destino trágico de un bellos resplandor...




Antígona representa a aquellos que actúan  según su conciencia que no les importa oponerse al poder establecido para cumplir, en este caso  con sus deberes de hermana, siguiendo los valores y principios verdaderos por los cuales vale la pena vivir.  Es destacable su valentía, tiene el valor que muchos no tenemos y lucha por una causa justa.
 Se ve enfrentada entre su deber moral de sepultar a su hermano y su deber como ciudadana que tiene que cumplir las leyes impuestos por el rey.
Ella actúa correctamente, sabiendo que va a morir, cumple con su deber como hermana. Pero muere tranquila y dignamente por cumplir con sus ideales.


jueves, 18 de agosto de 2011

¿Morir por un ideal o vivir por un ideal?

       Cabezas: murió

     por un ideal...


En una entrevista periodística se había reconocido que sacarle una foto a Yabrán era como "pegarle un tiro en la cabeza", por lo que el comisario acusado del homicidio simple de Cabezas se convirtió en el primer sospechoso por la autoría intelectual de la muerte del reportero, hasta que se suicidó en mayo de 1998 en su estancia de Entre Ríos.
Esta era una de las noticias que circulaba en 25 de enero de 1997 cuando se rumoreaba que el asesinato había sido exclusivamente por esa polémica fotografía. 
Se cumplieron catorce años del asesinato de José Luis Cabezas, el fotógrafo de la revista “Noticias” que el 25 de enero de 1997 fue encontrado muerto en una cava cercana a Pinamar. El cadáver estaba en el auto o en lo que quedaba de él. Sus asesinos lo habían esposado y le habían descerrajado dos tiros. Murió en el acto, pero antes los sicarios se dieron el gusto de propinarle una buena paliza. No había ningún secreto que arrancarle. Lo golpearon por placer, porque seguramente disfrutaban haciéndolo. Después de cumplir su faena incendiaron el auto con el cuerpo adentro. El reloj pulsera de Cabezas se detuvo a las cinco y cuarenta de la mañana. Minutos más, minutos menos, es probable que ésa haya sido la hora de su muerte. Ese domingo yo estaba en LT10 haciendo mi programa de radio cuando llegó la noticia. Recuerdo que al enterarme de los pormenores del crimen, lo primero que se me ocurrió decir fue: así mata la policía.
José Luis Cabezas hacia cuatro años que trabajaba en Pinamar durante la temporada de vacaciones. Su mujer, María Cristina Robledo, era de allí, y tengo entendido que su hija Candela también había nacido en esa ciudad balnearia, ciudad que para esa época era una suerte de Meca del cholulismo menemista.
Un año antes de su muerte, la foto que le había sacado a un esquivo Alfredo Yabrán paseando con su esposa por una playa de Pinamar, se había transformado en la principal noticia del país. El empresario que acababa de ser denunciado por Domingo Cavallo como el jefe de la mafia, había levantado un imperio evaluado en cuatro mil millones de dólares haciendo negocios con el Estado y corrompiendo a políticos y funcionarios.
Yabrán siempre se jactó de su anonimato. En una de sus escasas declaraciones públicas había dicho que sacarle una foto a él era como pegarle un tiro en la frente. Si esas palabras fueron verdaderas -por lo menos nunca fueron desmentidas-, la tentación de declararlo culpable por el crimen de Cabezas es muy grande, sobre todo porque Yabrán no era hombre de dejarse pegar un tiro en la frente sin hacer algo para impedirlo o para vengarlo.
Sin embargo, el que disparó fue Cabezas, no con una pistola sino con una máquina de sacar fotos. Algunos dijeron que en ese momento firmó su condena de muerte. No estoy tan seguro, pero es muy probable que esa foto algo haya tenido que ver con su muerte. O no. Porque después hubo otra foto y no a Yabrán, sino a Pedro Klodzyck, el jefe de la “maldita policía”, como lo calificara la revista Noticias para titular la foto que en agosto de 1996 Cabezas le sacó en su despacho. Pero no nos apresuremos con las conclusiones.
La foto a Yabrán salió en la tapa de la revista Noticias del 3 de marzo de 1996. En enero de 1997 Cabezas y el periodista Gabriel Michi estaban otra vez instalados en Pinamar. Según Michi hubo algunas señales que le permitieron entender que los matones de Yabrán no estaban dispuestos a dejar pasar gratis la foto del año anterior. Una mañana descubrieron que la goma del auto había sido tajeada; otro día dos matones les impidieron acercarse a una fiesta donde estaba Yabrán. A su vez, Cabezas le confió a su colega que antes de llegar a Pinamar había recibido llamadas telefónicas amenazantes.
Los muchachos no se dejaron atemorizar. Confiaban en su estrella, padecían del síndrome de irresponsabilidad que suele atacar a los periodistas en los momentos más difíciles, creían que la legalidad en la Argentina estaba instalada para siempre. O simplemente eran valientes. Vayamos a los hechos.
El viernes 24 de enero a la noche, el empresario telepostal Oscar Andreani celebró su clásica fiesta anual en su lujosa residencia ubicada en uno de los barrios más distinguidos de Pinamar, el barrio preferido, dicho sea de paso, de los funcionarios menemistas. A la reunión estuvieron invitados políticos, empresarios, personajes de la farándula y periodistas. Cabezas y Michi fueron de la partida. Los periodistas de raza nunca suelen decir que no a esas invitaciones, en las que además del buen vino y la buena mesa se pueden actualizar los chismes de la jornada y, muy en particular, los chismes del poder.
Dos vecinos del lugar reconocerán después de la tragedia que, además de los invitados pululaban los guardaespaldas. A uno de estos vecinos le llamó la atención una camioneta blanca con tres o cuatro tipos adentro. Fumaban y hablaban en voz baja. Como la camioneta estaba estacionada frente a la puerta de su casa, una señora se atrevió a preguntarles qué estaban haciendo allí. Tres o cuatro palabras dichas por estos caballeros con el tono que se acostumbra a usar en estos casos, alcanzaron y sobraron para darle a entender a esta buena señora que lo mejor que podía hacer era encerrarse en su casa y dejar de curiosear donde nadie la llamó.



  
Tapa negra de la revista NOTICIAS del 31 de enero de 1997,
tras la muerte de José Luis Cabezas.